Habrá que editar nuevas postales de la Font Màgica de Montjuïc y guardar para las colecciones las hechas hasta ahora. El paisaje desde la avenida Maria Cristina, cara a la fuente y al Palau Nacional, y en sentido contrario, ha cambiado con la interposición de las réplicas de las cuatro columnas de Puig i Cadafalch, recién rematadas con sus capiteles.
Quienes contemplaban ayer el espectáculo
de la fuente lo advirtieron claramente. Desde abajo, en la avenida, las
columnas y el andamiaje que ahora las envuelve son una pantalla nueva
tras la fuente, que oculta el Palau Nacional. En la perspectiva
contraria, simplemente, queda parcialmente tapada la misma Font Màgica,
centro del espectáculo. Será más visible cuando se retiren los andamios,
pero ya no será lo mismo. Así, ayer, tras la habitual parada técnica de
cada año, esta vez un poco más larga, mucha gente que esperaba ver el
espectáculo desde las gradas y el balcón bajo el Palau Nacional se
apresuró escaleras abajo en cuanto se puso en funcionamiento.
"Estas
columnas, que no cuatro barras, las tenían que haber puesto en la plaza
Catalunya, junto al monumento a Francesc Macià, que no lo mira nadie",
comentó un espectador veterano de la Font Màgica. Desde las explanadas
de la tercera y la cuarta cascada, las cuatro columnas y su andamiaje
tapan prácticamente todo el espectáculo.
Pero no todo cambia
tanto. Si el panorama en superficie se ha trastocado, las entrañas de la
fuente casi no han cambiado en sus 91 años. Hay cosas que siguen igual.
Por ejemplo, las cuatro bombas centrífugas (más una auxiliar) que
impulsaban 2.000 litros de agua por segundo que el ingeniero Carlos
Buïgas instaló en el corazón de su Font Màgica en 1929. La fuente alzaba
el agua hasta 24 metros. Ahora son 2.600 litros por segundo y pueden
llegar hasta 54 metros, pero las bombas son las mismas.
Lo que ha
cambiado, en sucesivas mejoras, son los motores de las bombas y las
válvulas, que se revisan con las paradas técnicas de cada año, la última
entre el 28 de septiembre y ayer mismo.
En algunos rincones de
las entrañas de la fuente se puede llegar a pensar que su reloj se paró
hace décadas y que su calendario tiene hojas perennes. Nada de eso. A lo
largo de casi un siglo se ha ido mejorando, se ha ido añadiendo nueva
tecnología. En la actualidad se está preparando la instalación de un
sistema de filtrado del agua freática, que alimenta la Font Màgica desde
hace sólo un año. Pero estructuralmente es la misma y maravillosa
fuente que ideó el ingeniero Buïgas y que fue la estrella de la
Exposición Internacional de Barcelona de 1929, la que vio inaugurar el
Palau Nacional ese mismo año y que lucía otra fuente, la que Josep Maria
Jujol había acabado un año antes en la plaza Espanya. Y sigue siendo
una estrella para turistas y barceloneses, porque sus espectáculos
convocan cada año unos 2,8 millones de personas.
Arriba, en la
superficie, lo que parece una infinidad de surtidores conforma una idea
de complicación en el subsuelo, pero lo cierto es que en las galerías y
salas del subsuelo la disposición de la maquinaria no es nada
abigarrada. Hay menos estrecheces de las que muchos esperarían. El
espacio está bien ordenado y cabe todo, lo que funciona y algunas cosas
que dejaron de usarse, pero sirven para explicar la pequeña historia de
la fuente.
Abajo quedan elementos originales funcionando, como
las bombas y parte de las cañerías, de hasta un metro de calibre. O como
toda la estructura, los armazones giratorios y el mecanismo para mover
los 120 prismas con vidrios de colores. A lo largo de los años sólo se
han cambiado los vidrios. Los prismas pentagonales, con caras de cuatro
colores (rojo, azul, verde, amarillo), más una quinta cara transparente
para proyectar luz blanca, están repartidos en diez salas del subsuelo.
"Si
una cosa funciona, no la cambies", es el clásico criterio que se ha
seguido en la Font Màgica, como comenta Roman Llagostera, director del
servicio del Ciclo del Agua del Ayuntamiento de Barcelona. Así, de
entrada, junto al acceso subterráneo a la fuente están los mismos
grandes ventiladores de 1929, que tienen la función de mantener un aire
respirable y una temperatura correcta cuando el resto de la maquinaria,
repartida en varias salas y más de dos kilómetros de galerías, está en
funcionamiento.
También hay maquinaria que no se utiliza, pero
que se mantiene por su valor histórico. La sala de relés originales, con
sus palancas y todos sus fusibles, se conserva intacta y es una de las
principales curiosidades para los curiosos que, en visitas guiadas,
quieren conocer las tripas de la fuente. Sólo en esa sala de relés, que
estuvo en activo hasta el año olímpico de 1992, trabajaban veinte
personas haciendo funcionar los prismas de colores, abriendo y cerrando
surtidores y controlando la presión del agua. Ahora, diez personas se
ocupan del funcionamiento y mantenimiento ordinario de la obra de
Buïgas.
El equipo de sonido ocupa otra sala desde 1972, cuando se
decidió sumar la música al espectáculo, Prácticamente es el mismo
equipo de sonido que se instaló, con algunas mejoras tecnológicas y, eso
sí, ahora se dirige a distancia desde los tableros de control
centralizado.
Ese control central, "el pupitre", es la gran
diferencia respecto a 1929. La sala de control que no está en el
subsuelo, sino en el palacio número 8 de Fira Barcelona. Allí, desde una
sala con ventanales que permiten una visión global de la fuente y las
cascadas, se controlan, vía fibra óptica, los mecanismos de agua, luz y
sonido de la fuente.
Desde el núcleo central subterráneo, bajo la
gran fuente, parten dos largas y estrechas galerías en las que hay que
caminar en fila india. Una va hacia la avenida Maria Cristina, en cuyos
flancos se alinean 49 fuentes. En sentido contrario, la segunda galería
asciende en dirección al Palau Nacional, para conectar con otras
galerías transversales a la altura de las cuatro cascadas (numeradas de
abajo a arriba), y que completan el majestuoso eje de agua ideado por
Buïgas.
El conjunto subterráneo de la Font Màgica se puede
visitar, pero poco. Hace un tiempo eran asiduos los grupos escolares,
pero ahora sólo hay dos visitas en grupo al año, para adultos
interesados en el ciclo del agua que se inscriben en la Fábrica del Sol,
en la Barceloneta. La obra de Buïgas podría llegar a más público si se
cumpliera un compromiso municipal pendiente: la creación del Aula
Buïgas, un proyecto que descansa en algún cajón desde 1998.
Ese
año se celebraba el centenario del nacimiento del ingeniero y el
Ayuntamiento anunció la creación del aula dedicada a él. Sería un centro
de interpretación de la Font Màgica y en ella se mostraría el legado
del ingeniero con dibujos y documentos sobre la misma fuente, además de
otros proyectos, realizados o no, de Buïgas. El legado documental de
Buïgas se conserva actualmente en el Arxiu Municipal d'Història. La
voluntad municipal de llevar adelante el proyecto de centro de
interpretación se reflejó más adelante al decidir la ubicación del Aula
Buïgas: un local de 700 metros cuadrados muy cerca de la Font Màgica, en
la calle Guàrdia Urbana. Se dispone, pues, de la instalación, que, no
obstante, sigue en desuso.
Lluis Sierra (La Vanguardia 27-11-2010)